lunes, 21 de febrero de 2011

Los amantes del círculo polar

Los amantes del círculo polar
Dir. Julio Medem
España 1998 Clasificación “B”.  112min.

Por: Paco Loza


SINOPSIS:

Ana y Otto, dos niños que comparten una historia circunstancial y en espiral, de amor y desencuentros.

Otto, está enamorado de una niña llamada Anna y por llamar su atención le manda avioncitos de papel. Finalmente se conocen cuando ambos corren a la salida de la escuela, Anna en la fuga de una mala noticia y Otto tras una pelota que no deja de rodar. Este circunstancial encuentro une a sus respectivos padres con lo que Anna y Otto se convierten de golpe en hermanos. Su pasión secreta los separa, pero sus destinos tienen varios puntos de intersección. La espiral de desamor no concluirá sino hasta que se pueda cerrar el círculo abierto antes de que ambos nacieran.






ENSAYO:



Anna y Otto, se conocen circunstancialmente en la escuela.  Anna y Otto, se convierten en hermanos . Se vuelven amantes. Su vida transcurre de circunstancia en circunstancia, tanto que todo se vuelve giros que parten de una increíble historia que poco a poco se debela como verdad, y que marca cada vuelta en espiral de esta aventura por salir de la centrífuga imparable de sorpresas, amor y desencuentros.

Las pistas.
Los aviones de papel que llevan mensajes escritos con lápiz, vuelan con las alas del corazón. Cruzan enormes patios y superan paredes impenetrables. Pero el mensaje que no llega a ser leído por los ojos para quienes fueron escritos, se puede convertir en cualquier historia conveniente, ajena a la que inició el sueño de volar. Otto el piloto que vuela, que salta y es rescatado, que inicia el infinito círculo de la vida.

Una pelota que gira como el mundo, que se trata de alcanzar con ingenuidad e inocencia, pero con carácter. Una niña que se cruza en ese perseguir, tanto, que se vuelve la vida misma.

Nombres capicúa, palíndromos que se leen y se pronuncian igual, al derecho y al revés, como las historias que parten por el final o que el final no es otra cosa que de nuevo el comienzo. Como los círculos, como las espirales que avanza pasando una y otra vez por el mimo lugar sin dejar de avanzar, y sin dejar de regresar aún en su continuo avance. Como el movimiento relativo de la tierra (pelota) alrededor del sol, el cual también se mueve alrededor de la galaxia. El solo que no se mete en el círculo polar en el verano. Y es esa zona sin noches donde los amantes no pueden encontrar terreno propio, porque es de noche donde furtivos hacen de las suyas.

Los amantes se acercan con miradas, con códigos secretos, con mensajes escritos en papelitos sin firma ni remitente. Los amantes se tocan apenas perceptiblemente, se insinúan, se entregan en el juego del escondite, se pierden para buscarse con las manos a ojos cerrados. Se encuentran también, en el camino, en la rutina, en el andar cotidiano, en el asiento del transporte, ese que a cada distracción de quien lo lleva provoca un ajetreo, cómo si con ese detenerse de golpe al filo de la muerte, se abrieran los ojos de la ceguera que provoca el estar viendo y viviendo lo mismo cada día. También nos advierte que en cualquier cruce de la espiral de acontecimientos se cierra un círculo para abrirse otro, pero también este puede cerrarse definitivamente tan sólo por un descuido.

Anna, la que ama como hija, como amante, la que olvida, la busca, la que desea, la que se aleja, la que lee las tragedias, la que escribe la espiral.


Otto el piloto que lanza sueños de amor, que lleva mensajes ajenos a destinos exóticos, que salta y cierra el círculo.